En el instante que saqué las colchas de mi cuerpo y apoyé los pies descalzos en el suelo, sentí como si todo se hubiera muerto, como si un dementor hubiera venido y me hubiera succionado el alma.
No supe que carajo hacer, me quedé ahí, con la sensación pegada de no sentir absolutamente nada.
Lo que se me ocurrió en ese instante fue caminar al espejo que adornaba mi placard, a ver qué había cambiado en mí. Me miré era la misma persona, ni un cambio, ni una alteración, nada. Solo yo, la misma chica de 19 años que tiene el pelo hasta los hombros, unos cuantos lunares en el cuello, unos cuantos tatuajes, por fuera era ella. El tema era el dentro.
Apenas pisé el pasillo lo sentí, era como si solo fuese un cuerpo y ya nada existiera, vi de lejos a mi mamá junto con mi hermanita, se secaban las lágrimas del rostro como si se hubiera muerto alguien o algo, mi mamá tenía la mirada perdida y mi hermanita estaba haciendo un dibujo con mi nombre, no entendí absolutamente nada.
Entré a la cocina, mi mamá seguía ahí con la taza de café entre las manos y las lágrimas que le caían y ya ni se las apartaba.
Pareciera que no me habían escuchado o algo, porque no respondían a mi saludo, ni tampoco cuando le pedí a mamá un café de los que ella sabe hacer.
Me senté en la mesa de desayuno, nadie dijo nada, mi hermanita seguía con el dibujo, mi mamá sin hablar, ni parpadear, ni nada.
Sentí la voz suave de mi hermanita preguntar: “¿Cuándo vuelve mi hermana mamá?” A mi mamá le salió un sollozo de los peores que escuché en mi vida, y se levantó dejando la taza ahí, a medio terminar. La seguí como pude, acongojada por no entender absolutamente nada, entre a su habitación, siempre pensé cuando era chiquita que esto era el palacio, todo ordenadito, sus maquillajes, sus perfumes, su bijouterie, siempre quise algo así para mí de chiquita.
La vi sentarse en la cama, tomó la foto enmarcada de mi fiesta de egresados, pegándosela al pecho comenzó a llorar sin descanso, repitiendo, “¿qué hice mal?”, “¿Por qué a mí?”, sentí a mi hermanita correr desde la cocina y subir a la cama de mi mamá, ahí, se acostó al lado de ella, abrazándola, y en ese momento recordé que el 15 de septiembre yo había hecho algo, flashbacks de mis jueguitos con alcohol, drogas, hombres, mujeres y gilletes vinieron a mí como un tsunami.
¿Estoy muerta?, la puta madre.
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