lunes, 6 de marzo de 2017

We're broken, because I broke first.

 Lo vi, ahí sentado, con la mirada perdida y el cigarrillo entre el dedo índice y el del medio, expulsaba lentamente el humo por su nariz, sin mirar nada más que las puntas de sus botas militares, se me llenó el corazón de ganas de ir y abrazarlo, pero no, no ese día.
Broken dreams,

Ese día el me esperaba para algo más, para escuchar de mi propia boca, la verdad que había callado por largos meses. Que yo no lo podía querer. Dos partes rotas, no encajan. Y yo no estaba en posición de romperme para ser sus pedazos faltantes. Y eran tantos, tantos.
Caminé, con lentitud, como si mis piernas tuvieran grilletes en vez de zapatos, el cigarrillo en mis dedos, se consumía en el día frío que azotaba a ese parque.
Me arrepentí de haberlo citado en el instante en que él me miró, sus ojos negros, grisáceos, que siempre tenían un color diferente, se posaron en mí, mirándome con tanto amor, que hizo temblar todas mis extremidades, en ese momento.

Sonrió a medias, mirándome todavía. Yo intenté sonreír en vano, porque mi labio inferior tembló, dándole lugar a las lágrimas. Él se acercó a mí, con los dedos delineó la línea de mi mandíbula, temblé bajo su tacto, con su pulgar recogió las lágrimas que brotaron de pronto. Y me miró, fijamente. Con sus ojos me preguntó todo, pero yo no logré contestarle nada. Iba a desmoronarme bajo su tacto si lo hacía, no lo hice, claro. Preferí la quemazón de sus manos en mi nuca, haciéndome sentir todo a cambio de mi propio bienestar mental, quise eso a pesar de todo, sin importarme absolutamente nada. En ese momento no dije nada, no pude, no quise, mi bienestar emocional importó un carajo, ahí solo lo quise a él, lo quise para siempre.  

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